"Ven hijo mío, leamos un cuento," dijo mamá.

Érase una vez, un Caballo y un Burro que vivían juntos. Ellos hacían todo juntos.

Un día, el hijo de Caballo murió.

Él se sentía tan triste que lloró y lloró. Sus vecinos lo consolaron bastante.

Pero él continuó llorando. Su hermano y amigo Burro intentó parar su llanto.

"Un hombre no llora públicamente. Derrama tus lágrimas en privado," aconsejó Burro.

Durante el funeral, Caballo lloraba cuando pensaba en su hijo.

Burro lo miraba y le decía: "Un hombre no llora en público."

Burro paraba a Caballo cuando lloraba, "Jii jii jii." Le recordaba más bien llorar así: "Jmm jmmm jmm."

Esto continuó hasta que el hijo de Caballo fue enterrado.

Dos meses después, el hijo de Burro también murió.

Los vecinos se reunieron para arreglar el funeral. El amigo y hermano de Burro, Caballo, también estaba ahí para consolarlo.

Cuando Burro lloraba públicamente, Caballo le decía que fuera paciente. Le recordó que un hombre no llora en público y que debería, más bien, llorar así: "Jmm jmm jmm."

Pero Burro lloraba públicamente pues amaba mucho a su hijo.

Luego él lloró incluso más duro, "¡jii joo!¡jii joo! ¡jii joo!"
Esto significa: " ¡Esto es demasiado! ¡Esto es demasiado! ¡Esto es demasiado!"

"Y por eso es que Burro llora más fuerte que el Caballo," explicó mamá mientras terminaban la historia.